Familia

Vivimos bajo el mismo techo 12 personas. Los fines de semana podemos ser 15, 13 o 10. Dependiendo quién se va, quién viene y quién se queda.

Vivimos en una casa que a su vez se subdivide en departamentos; en un departamento viven 3 personas, en otro cuatro y en el último, el mío, vivimos 5. Desde que recuerdo siempre ha sido así: mi casa llena de personas, mi familia. Siempre hemos comido juntos, los horarios siempre han coincidido. Antes, los miércoles y los viernes nos reuníamos para cenar, desde que murió mi abuelita nos juntamos todos los días.
Me encantan esas cenas, hablamos de pura idiotez y uno que otro tema “serio”.

• Que la pinche mamá del chamaquito “X” ya se fue a quejar [mis papas, tíos y tías son maestros].
• Que tienes más que yo, préstame [y no, no es sobre dinero].
• Que en la loba ya se murió [jajaja, pues sí].
• Que si fulanito hubiera usado condón o una bolsita de “Bon Ice” no hubiera pasado lo que pasó.

Chismorreamos, como quien dice.

Cada familia tiene sus secretos, todos los sabemos y respetamos: Hay engaño, adopción, psicólogos, psiquiatras, intento de fugas, falta de dinero, intenciones de divorcio, etc.

Hay una característica que tenemos todos los miembros de la familia, por lo menos lo sanguíneos: Somos bien pinches criticones o fijados [como quieran llamarle]. Nos gusta encontrar defectos y exponerlos [tal vez esa sea la razón principal de que nadie haya llevado a sus “respectivos” hasta que fuera el indicado/el mero mero] ante nosotros, no hacía el criticado. Eso sí, en cuento a trabajos, es muy buena cualidad: que la comita, que el acento, que el punto, que la redacción, etc. También somos cizañosos y llegamos a escupir veneno, de igual forma no lo exponemos hacia el envenenado.

No sé, será que aquí nos toco vivir, pero a mi familia no la cambio por nada.